En el juicio contra García Luna, El Grandote, un militar metido a delincuente, declaró que el exfuncionario estaba en la nómina del narco desde 2001, que junto con el Ejército decidían a qué cartel apoyar y a cuál atacar; que “sus superiores sabían” lo que hacían y le daban aval. El tema es que es el tercer juicio en que se usan sus testimonios, y en los otros dos anteriores los acusados salieron libres porque no probó lo que declara. Además de que es testigo protegido, esto es, que tiene un acuerdo con la fiscalía para acusar a cambio de no ser acusado. En fin, que no se le cree del todo. Lo cierto, como lo plantea Hernández en La Jornada, es que con pruebas o no, sus acusaciones acabarán en una severa condena social —aun si no se llega a una condena judicial— contra García Luna y su ex jefe, Felipe Calderón. Y dudamos que sean inocentes, pero suponemos que legalmente no se les podrá condenar por falta de pruebas duras. ¿O ustedes piensan que El Chapo les pedía facturas o recibos?