
Profunda indignación causó en el país la muerte de los dos sacerdotes jesuitas en Cerocahui, en plena Sierra Tarahumara. Y la Iglesia Católica, la orden jesuita y la Conferencia del Episcopado salieron a pedir que hay que revisar la estrategia de no actuar contra el crimen organizado; lo de «abrazos, no balazos» no funciona, dicen. ¿La respuesta en la mañanera? Que los curas están «apergollados» por la riqueza, que los ha de manipular Claudio X. González y que ignoran lo que dice el Papa. Curiosamente, la primera descalificación contra la violencia vino del Papa Francisco, jesuita él mismo, a unas horas de confirmada la muerte de sus hermanos en la fe; los curas Joaquín Mora y Javier Campos… pero el presidente López Obrador entendió lo que quiso, no lo que dijo su santidad. Y los difuntos llevaban 50 años sirviendo «a los pobres entre los pobres», a los tarahumaras abandonados. Así que ¿Cuál «apergollados»? A ese paso, y como sugiere Magú en La Jornada, hasta a Dios Padre lo acusará de ser opositor de mala fe.