Donald Trump está listo para tomar su lugar en la historia: al fondo del basurero. Y para que quede claro: el miércoles por la mañana, llamó a sus seguidores a «nunca rendirse», tomar el Congreso e impedir la certificación de Biden. Pidió al vicepresidente «cumplir su deber patriótico y evitar el fraude». Pero tras la toma violenta del Capitolio por sus seguidores, el propio vicepresidente dijo que no hubo fraude y que insistir en ello es un error; los exsecretarios de la Defensa -de ambos partidos- pidieron que no se utilizara al Ejército; Georgia incluso amenazó con acusarlo de fraude electoral tras su llamada al fiscal del Estado exigiéndole encontrar casi 12,000 votos «de dónde sea» y la líder demócrata pidió al Vicepresidente «aplicar la 25a Enmienda», que autoriza al gabinete a destituir al Presidente por «notoria incapacidad» o que haría un proceso de Impeachment, que no solo lo despide, sino le inhabilita de por vida a ocupar cargos de elección. Para colmo, Twitter limitó su cuenta por 12 horas, Facebook e Instagram lo bajaron indefinidamente. ¿Su alegato? «Llamar a una insurrección es terrorismo doméstico y va contra nuestras normas». Al final, el miércoles por la noche pidió a sus simpatizantes irse a sus casas, dejar las cosas en paz y «los amo, son gente muy especial». Y ayer jueves, el hombre que pidió «nunca rendirse ante el fraude electoral» anunció que haría una transición pacífica. Aún así, hay más de 1,000 peticiones para correrlo de una vez e iniciar procesos criminales en su contra, antes de que solito se otorgue un perdón amplio para si y su familia… o de que lance un ataque nuclear contra alguien… en especial, México, Inglaterra… o Georgia. Total, ya mostró que está loco, es incapaz o realmente es tan narcisista que no le importa nada ni nadie más que él. Y dos semanas más al frente del país más poderoso y como el gran derrotado y Loser, son un peligro. Nerilicón en El Economista.