
Que, por fin, se vendió el avión presidencial. Por 92 millones de dólares lo compró el presidente de Tayikistán, una ex república soviética que ni fuerza aérea tiene, cuyo principal ingreso es el narcotráfico —y que por eso está aislada de sistema de pagos internacionales—. Pero su presidente lleva 30 años en el cargo y se merece un transporte digno de un jeque árabe. Y más porque valía unos 240 millones de dólares: compró una ganga. Aunque trascendió que en realidad es un prestanombre de Vladímir Putin, el presidente ruso. Y eso de que habrá pérdida por venderlo en menos de lo que vale —y de que ese ingreso no alcanzará ni a pagar lo que aún debemos— no olviden que ya se había rifado, sorteado por la Lotería Nacional; se había alquilado y se le ha sacado raja política por casi diez años. Así que fue buen negocio, aunque monetariamente parezca un desastre. Horax en Milenio.
Por cierto, recomendamos leer el texto en nuestra entrada anterior sobre “por qué dejamos de publicar diario”. Lo pueden leer aquí.