Que la muerte de los sacerdotes jesuitas en Cerocahui, en plena Sierra Tarahumara, Javier Campos y Joaquín Mora, ambos octogenarios y cuyos cuerpos fueron secuestrados, fue porque ocurrió en una zona «con bastante presencia de la delincuencia organizada», según dijo el presidente en la mañanera. Ahora sí que nosotros tenemos otros datos: la zona con «bastante presencia» de la criminalidad es el país entero, no una zona concreta. Y en parte es por la estrategia de «abrazos, no balazos» que tanto les ha gustado a los malandros a costa de la sociedad civil. Descansen en paz los jesuitas. Horax en Milenio.