
La muerte de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora ocurrió, según versiones, porque trataron de albergar a un fugitivo herido en su iglesia en Cerocahui, persona que también fue acribillada y desaparecida en ese lugar. Llama la atención que, desde los tiempos medievales, las iglesias solían ser «santuarios» que se respetaban para albergar heridos y moribundos y a los que ni los más crueles perseguidores se atrevían a violentar. Y no se puede decir que esos sacerdotes no «abrazaban» a todos: hasta darle acceso a una persona herida, sin preguntar causa o motivo y sin dejarlo morir solo afuera bastó para que los respetaran. Queda claro que algo hay erróneo en la estrategia de Andrés, y esperamos que las quejas de la Compañía de Jesús -nombre oficial de la orden jesuita- y de su más destacado integrante, el Papa Francisco, caigan en oídos atentos cerca de la compañía de Andrés… Aunque sospechamos que no será así. Chavo del Toro en El Economista.