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Pues por más que el presidente se apure a «destapar» a sus tres corcholatas -Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard- y los placee y exponga a la opinión pública, siguen sin entusiasmar a la mayoría de los electores. Por eso nos gustó el cartón de Rictus en El FInanciero: ¿Y si nos cambia tres corcholatas por un buen candidato…? Lo único bueno para él y su movimiento es que la oposición está peor: menos cuadros conocidos, y aún menos buenas opciones.