
Tras 16 meses de ser «el hombre que iba a hundir a Videgaray y a Peña» con sus revelaciones sobre corrupción en el sexenio pasado… ya se acabó la paciencia al gobierno federal. Y con razón: el hombre que se suponía estaba arraigado en su casa cenaba el famoso -y muy costoso- pato laqueado del restaurante Hunan. Así que «pagó el pato»: iba a una audiencia «de extensión de plazo» y se quedó detenido quesque porque descubrieron que podía darse a la fuga, en particular porque tenía una cuenta con dos millones de euros en un paraíso fiscal, que no estaba registrada ante la autoridad. Aunque Alarcón en El Heraldo sugiere que el pato le salió costoso, pero que nos hace más daño el gansito que perdona criminales y narcotraficantes que el pato que encarcela a uno… El que entendió, entendió. Y el que no, pues no.