
A pesar de que el presidente suele ser polémico como él solo, y se pelea con la prensa, los empresarios, los «conservadores», los neoliberales, con Calderón y hasta contra los niños con cáncer… cuándo le pidieron una opinión sobre la despenalización del aborto en Coahuila a partir de un fallo de la Suprema Corte, dijo que no va a decir nada del tema y que «se allana a lo dicho por la Corte». Y vaya que, cuándo fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal aplicó un veto de bolsillo a una primera despenalización -que tuvo que esperar a su sucesora, Rosario Robles, para ser vuelto ley- y que cada vez que le tocaban el tema optaba por quedarse calladito calladito. Y es que sabe que, para su visión tradicional y moralista, las mujeres -en particular las fuertes, empoderadas y que impulsan temas de género como el aborto- son un tema dónde ni le es fácil llegar a acuerdos, ni le conviene saber cómo resolverlo. Así que con ellas, ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario. Horax en Milenio.