
Sin duda, la idea de hacer un «quién es quién en las mentiras» durante las mañaneras es polémica. De un lado, el presidente tiene razón en quejarse de que hay muchas mentiras dichas en su contra: a veces, con datos fuera de contexto o de plano falsos, a veces, basadas en los hechos reales pero con una inadecuada interpretación. Por ejemplo, él no dijo que la clase media fuera terrible, sino que hay algunos integrantes de la clase media… O López-Gatell no dijo que los niños con cáncer (o sus padres) son golpistas; señaló que hay una narrativa de tomar causas buenas que generan indignación para alentar posiciones y discursos que pueden llegar a ser hasta golpistas. Ahora… atacar a los medios y periodistas desde una conferencia de prensa del presidente es un exceso y un abuso, además de ilegal… Porque, en efecto, ni tiene facultades legales para hacerlo ni es el medio adecuado. Y, en honor a la verdad, censura-censura no es, porque van a poder seguir publicando y hasta refutando las mentiras presidenciales. En fin, se ve mal y está mal, pero es prueba clara de que no somos una dictadura, la neta. Aunque si tengamos al conductor de un talk-show de espectáculos en la Presidencia. Hernández en La Jornada.