Pues durante más de 100 días de pandemia, el presidente López Obrador se había negado a hacerse la prueba del COVID-19. Pero…. ahora que es un requisito hacérsela para poder visitar a Donald Trump, dejó de lado sus detentes, su excesiva confianza en que «es una fuerza moral y no una fuerza de contagio» (como declaró Hugo López-Gatell) y demás… y se la va a hacer, para poder realizar su primer viaje internacional como presidente. Lo malo es que después de que se la haga, tomará hoy mismo dos vuelos comerciales -uno a Dallas y de allí a Washington- por lo que, aunque de negativo, podrá contagiarse durante el viaje y tendrá que repetirla poco antes de entrar a ver al Donald. Y ya allí, seguro ninguno de los dos se pondrá cubrebocas, se saludarán de mano y mostrarán el mismo desprecio por las medidas sanitarias que han logrado hacer de México y EE.UU. dos de los peores países en el manejo de la pandemia. Pero si está cediendo en algo que ha defendido tanto como no hacerse la prueba, ¿Qué podrá ganar -además de sus millas de viajero frecuente-? Magú en La Jornada.