
Que ayer se hizo público un video en el que el Dalai Lama le da un beso a un niño en público y luego le saca la lengua y le invita a mordérsela. Por supuesto que esa conducta está mal. Acercarse a un niño con esa sexualización infantil “naturalizada” se ve mal, y más en un líder religioso que se supone que debe ser célibe. Aunque ya pidieron una disculpa desde su oficina alegando que “era una broma basada en la tradición”, se vio mal el Dalai Lame. Dicen que, además, la disculpa complicó las cosas: “es parte de la tradición” no hace que el hecho sea correcto; “es que no vio que había cámaras” implica que, de hacerlo en privado, no hubiera tenido problema con ello. Mal por dónde se le vea. Acá creemos que fue un error, pero sin malicia. A final de cuentas, el Dalai Lama llegó a su cargo a los cinco años de edad y ha estado relativamente aislado de muchas experiencias humanas —como la sexual y el chisme—. Pero al mismo tiempo se hizo público un reporte que señala que hay casi 20,000 víctimas de pederastia en EE. UU. con casi 7,000 personas acusadas; las más graves, las que se hicieron públicas en 2002, terminaron con 90 acusaciones formales y llevaron a la quiebra a la diócesis de Boston. ¿Disculpas pedidas? Casi cero. Por eso Tacho en Milenio nos recuerda que el Dalai Lame pudo tener mejores asesores en su crisis por abuso infantil.