Una más de la polémica alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas: En la Alameda de Santa María La Ribera se solían reunir vecinos para realizar distintas actividades (artes marciales, actividades artísticas, deportes y juegos, y baile). Inclusive unos jóvenes que hacían coreografías de K-Pop y unos adultos mayores que les daba por bailar danzón, entre otros grupos que ponían su propia música para bailar o para efectuar sus actividades. Supuestamente, para no “perder” su música con todos los demás sonidos ambientales —y la música de las otras actividades—, cada grupo fue llevando equipos de sonido cada vez más potentes. Hasta que, eventualmente, “hubieron quejas de los vecinos porque el ruido era muy intenso y no dejaba descansar”, por lo que personal de la alcaldía fue a retirar a los viejitos bailarines, o, al menos, a sus equipos de sonido. La suspicacia empieza porque la alcaldesa vive enfrente de ese parque, y se supone que es la única vecina que se quejó del ruido; para protestar por haber sido criminalizados, llevaron equipos de sonido más grandes y los pusieron ya no en el parque, sino exactamente frente al balcón de la Cuevas… quien ordenó un desalojo mucho más violento contra la propuesta. Tal vez tenga razón, pero hay formas de aplicar la ley. Y a garrotazos no es la mejor. Hernández en La Jornada nos ilustra que hay de dos sopas: la suya y la otra, que ya se acabó. Por lo pronto, la más polémica de las alcaldesas de la oposición sigue haciendo de las suyas, y no para bien. Aunque eso si, diferente.