Que en el país había inseguridad, corrupción, desigualdad, crimen organizado y un gobierno ineficiente, caro y corrupto no era novedad. Que se requerían hacer cambios, tampoco. Que buena parte del apoyo popular al entonces candidato López Obrador fue para que acabara con esos problemas. Pero en su afán de «acabar con lo malo», está destruyendo todo: para evitar la corrupción en la compra de medicamentos, dejó a niños sin vacuna y a pacientes con cáncer sin medicinas; para reducir el gasto electoral, está planteando desaparecer al INE. Para reducir el gasto de gobierno, llegó a una austeridad que hace inoperante a la autoridad. Y así, paso a paso, agrava los problemas que iba a resolver. Y coincidimos: «Todo estaba podrido». Pero funcionaba un poquito mejor que ahora. Horax en Milenio.