No le gusta el horario de verano a presidente. Nunca le ha gustado en estos 30 años, porque, alega, «no es natural». Claro que para quien empieza su jornada laboral a las seis de la mañana es un exceso pararse una hora antes. Pero es conveniente «aunque se ahorre poca luz» o a aunque «haya más infartos en la primera semana de su adaptación cada año». Lo malo es la zalamería: en la presentación de la iniciativa para cambiar la ley y eliminarlo, el Secretario de Salud Jorge Alcocer planteó que «hay que volver al reloj de Dios» y también pidió que se incorpore la medicina tradicional y la homeopatía al sistema de salud nacional. Nos recuerda Rictus en El Financiero aquel chiste de los tiempos del presidencialismo todopoderoso -que en realidad se basa en una anécdota de Luis Echeverría-: -«¿Qué horas son?» -«Las que usted ordene, Señor Presidente». Acá preferimos que, si se va a quedar una única hora, nos quedemos con el horario de verano: preferimos tener sol a las 8 de la noche…