
En la mañanera de ayer le preguntaron al presidente sobre el homicidio del periodista Antonio de la Cruz y su hija Cynthia. Y le comentaron que Artículo 19 y diversos países europeos protestaron por la violencia contra los periodistas -México es el país sin guerra donde más periodistas mueren- ¿Su respuesta? Que son campañas en su contra, y que si en verdad les preocupara la libertad de expresión estarían defendiendo a Julian Assange, quien pronto podrá ser extraditado a EE. UU. y ser condenado a cadena perpetua. ¿Su delito, además de publicar comunicaciones secretas? «Denunció el fraude del 6 de julio con el que me robaron la presidencia», afirmó, aunque en realidad WikiLeaks solo publicó algunos comunicados diplomáticos en que decían que «se hablaba de posible fraude electoral». Nada definitivo, pues. Y por eso anunció una campaña para liberarlo y, en caso de que no se logre, «se desmonte la estatua de la libertad de Nueva York, porque sería un símbolo que ya no representaría nada de nada». No, pues bueno… Cada quien sus prioridades: no se trata de un periodista muerto más, se trata de que los símbolos ya no son lo que eran, y que el mundo entero está en contra del único hombre humanista verdadero. Alarcón en El Heraldo.