No, bueno… Ya van varios días en que el presidente agrede y descalifica a la comunidad judía (llamando «hitleriano» a uno de sus miembros y quejándose de que lo defienden en vez de desconocerlo). Y dice que es porque son fascistas y se oponen a la transformación que él encabeza por su afán de ganar dinero y su nula solidaridad social. Y a la iglesia católica la acusó de «hipócrita» por criticar la muerte de los sacerdotes jesuitas en la Sierra Tarahumara. También por oponerse al «aval» que le dio el Papa a su política de «abrazos, no balazos» -aunque en realidad fue una descalificación a la violencia desatada en el país-. Dice que la jerarquía católica «impulsa una visión de genocidio y muerte». No, pues sí. Por eso, como dibuja Horax en Milenio, hace falta un exorcismo por ambos ritos: por supuesto que no son perfectas, pero tanto la comunidad judía como la iglesia católica son mejores de lo que se dice en la mañanera… y su único defecto es no someterse totalmente a la voluntad del presidente.