
No hay un problema grave en el actual gobierno en el que Marcelo Ebrard no haya participado en la solución, aunque no sean de competencia de la Secretaría de Relaciones Exteriores a su cargo: sea en comprar pipas contra el huachicol o en salvar a Evo Morales; en conseguir vacunas o pelearse con los eurodiputados; en sacaros del lío en Panamá o en atender la Cumbre de las Américas. Aun así, el hecho de que tenga méritos propios lo hace contraproducente: no lo quieren dejar de sucesor porque luego no le va a rendir pleitesía a AMLO. Hasta ahorita solo va de «distracción» en contra de Sheinbaum. Y eso es una pena, ya que sería el mejor -o el menos malo- de la caballada morena. Magú en La Jornada.