Otra vez el presidente demostrando que sus amores y lealtades no están con los ciudadanos, sino con los criminales. De visita en Sinaloa -en la tierra del Chapo Guzmán- pidió que no se estigmatice a las personas de allí, y que se deje de insistir en campañas en contra de las armas. «O sea, es mentalidad conservadora asumir que porque se tienen armas se es malo. Hay personas armadas que son trabajadores y buenos seres humanos, verlo de otra manera es ser conservador» y, ante la insistencia de los reporteros para que se deslindara de la delincuencia de la zona y evitara los cobros de piso, remató con un: «No… yo no soy Felipe Calderón». Y a todos nos queda claro. Porque si bien tiene razón en que no debemos generalizar y que hay muchas personas armadas para su defensa propia, está claro que, ante la pregunta, acabó defendiendo delincuentes, como lo ilustra Alarcón en El Heraldo.