En la Cuarta Transformación no hay problema con ser corrupto… siempre y cuando seas afín y cercano a Ya-Saben-Quién. Es el caso de Ignacio Ovalle: fue jefe de AMLO en la década de 1970. Lo nombraron director de «Seguridad Alimentaria Mexicana». Y SEGALMEX tiene observaciones de la Auditoría Superior de la Federación por casi 9,000 millones de pesos no comprobados. Además, bodegas llenas -al grado que este año no podrá comprar granos- y fallas en toda su operación. Así que era insostenible. PERO… no lo despidieron ni le fincaron responsabilidades: lo hicieron director del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (INAFED), dependiente de la SEGOB a cargo del tabasqueño Adán Augusto López. Pero ni modo de que el presidente persiga a su viejo maestro. Y menos por acusaciones de corrupción, de la que según las mañaneras ya no hay. ¿O si? Rocha en La Jornada.