
Pues fue el presidente López Obrador al Consejo de Seguridad de la ONU, que México preside. Allí planteó una queja contra la corrupción, el mayor problema de la humanidad según señaló… Y en lo que puede tener razón. Y luego propuso un plan de apoyo a los pobres, con 750 millones de beneficiarios y pagado con «contribuciones voluntarias» del 4% de las mil personas más ricas del mundo, de las mil corporaciones más grandes y del 0.25% de PIB de los 20 países más ricos. Y dejó sonar allí su «por el bien de todos, primero los pobres». La propuesta es moralmente sólida y éticamente conveniente; el tema es que es inviable e impracticable. De entrada el embajador de Rusia le recordó que «esos temas no son para esa mesa» y que hay relaciones entre los temas que «no son tan sencillos». China, por su parte, le recordó que los pueblos tienen derecho y capacidad de determinarse por sí mismos y que su idea «no es la mejor opción para garantizar el desarrollo global». En fin, que al menos ya dijo lo que tenía que decir, y que la idea pasará al olvido con rapidez queda claro, a pesar de las porras lanzadas afuera del edificio por unos 500 aplaudidores y aquí en las redes sociales. Hernández en La Jornada.