Crudo, directo y a la cabeza: Mientras fue el principal líder opositor del país, todos los males, errores, fallas, maledicencias y hasta homicidios, sean del crimen organizado, de las fuerzas estatales, de las policías corruptas, del ejército y hasta de los conquistadores, eran responsabilidad directa y voluntad malintencionada del Estado. Y esto desde la masacre de Tlatelolco de 1968. Y marcadamente en el caso de los 43 de Ayotzinapa, en el que la responsabilidad fue de un alcalde de su entonces partido (el PRD) que estaba vinculado con el narcotráfico y del gobernador- de su mismo partido- que no actuó a tiempo… Mäs un gobierno federal que, primero, se desentendió por «ser un asunto local» y luego se metió tarde y mal, complicando todo. Pero ahora que encabeza ese mismo Estado, y en casos tan claros como el incidente represivo durante la construcción de Dos Bocas, ahora la responsabilidad es de otros, muy diversos: AMLO ordenó la construcción de la refinería, adecuó las leyes de Tabasco (con la ayuda del gobernador y ahora Secretario de Gobernación y, según algunos, aspirante presidencial, Adán Augusto López) para criminalizar los cierres de instalaciones estratégicas y el bloqueo de carretera -que practicó durante décadas, principalmente contra PEMEX en Tabasco), lo que dio el marco legal para que la Guardia Nacional -cuerpo civil que quiere poner bajo el control del ejército- atacara a los trabajadores paristas-. Fue quien ordenó que se inaugura en marzo, «cueste lo que cueste», lo que causó tanto las horas extra no pagadas cuanto la protesta… ¿Y todo para qué? Pues para que ahora que hubo una represión equiparable a la de Cananea y Río Blanco -en el sentido de que las fuerzas federales rompieron una protesta obrera con demandas justas pero incómodas, no en el número de muertos-, ahora resulta que es «cosa de todos, menos mía». Es que no es lo mismo ser borracho que cantinero, máxima autoridad que máximo líder opositor. Y, por extensión, de todos los miembros de la cadena de mando que siguen el mismo ejemplo. La culpa del cartón es de Paco Calderón, no de quien le dió motivo para hacerlo, de seguro, y nuestra, al darle lugar de honor cada semana, todos los domingos… Pero ellos no fueron. Click sobre la imagen para agrandar.
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