
Pues ayer celebramos los 200 años de la consumación de la independencia nacional con la entrada del Ejército Trigarante con Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero al frente. Con sus tres garantías, «Religión, Independencia y Unión» prometía una esperanza a la patria recién creada. Pero a 200 años, la religión va en retroceso, en buena medida por los abusos de los curas pederastas y la pérdida de fe; la independencia es respecto a poderes externos, porque lo que es la delincuencia es un poder interno que tiene sometido el 35% del territorio. Y de la Unión… Bueno, el principal responsable de procurarla es un gran factor de desunión, porque le quedó grande el traje de ser líder del país y sigue siendo líder de una facción. Total, cree que con tener más de la mitad de los votos -aunque la mayoría lo desapruebe-, basta. Así que «¡nada que festejar!», justamente como dijo ese mismo personaje cuándo fue líder opositor en el bicentenario del inicio de la independencia. Horax en Milenio.
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