Pues vaya que fue un error del PAN en el Senado suscribir la «Carta de Madrid» para oponerse «a la dominación del comunismo en la Iberósfera» que propone el partido ultraderechista español VOX y que recibieron con bombo y platillo buena parte de los senadores «antílopes» (por anti-López) como los ilustra Alarcón en El Heraldo: se enfundaron en el hábito del Ku Kux Klan, del racismo más rancio y radical para combatir un enemigo que ellos imaginan: AMLO no es comunista y no pretende serlo. Es, a lo más, un evangélico con cierta megalomanía -de querer dar ejemplo moral e instaurar una Cuarta Transformación en la historia patria-. Pero mal se ven muchos integrantes de Juntos Haremos Historia, que en la pasada elección presidencial se aliaron con el Partido Encuentro Social -que coincide en muchas posiciones con VOX, como la prohibición del aborto y el rechazo a la normalización de las relaciones de personas del mismo sexo, y que se ilustra en el cartón con su fundador, el Doctor Hugo Erick Flores-, o que le dieron un homenaje en pleno Bellas Artes al fundador de la iglesia La Luz del Mundo, Nassón Joaquín, preso en Estados Unidos por violación y abuso de menores… e incluso Martí Batres, senador morenista, que recibió en el mismo recinto a miembros de ETA, acusados de terrorismo y homicidio… pero que como son ultranacionalistas vascos de izquierda no le merecen a los morenistas el mismo nivel de rechazo que la ultraderecha española, muy vociferante pero poco concreta aún en sus políticas. En fin, que los extremos se tocan y las congruencias son todo un problema serio. Fue un error esa asociación del PAN y VOX, como lo fue que la «izquierda moderna» se uniera con corrientes evangélicas y con terroristas de izquierda. Los extremos se tocan.