
Mientras el presidente padeció tres bloqueos de parte de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación -quienes incluso le bloquearon la llegada a la mañanera del viernes- y dijo que «no pidió que se les reprimiera porque ya no es el tiempo de antes», y que no iba a caer en chantajes… el Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional se esmeraron en desmentirlo en el mismo estado: golpearon a inmigrantes, al grado de patearle la cabeza a un hombre tirado en el piso. Pero además el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, declaró que «se impedirá el paso de los migrantes centroamericanos a la frontera con Estados Unidos». Y, para colmo, en la Ciudad de México, los granaderos -que ya no existen- golpearon a los alcaldes electos de oposición para impedirles el paso a una sesión extraordinaria del congreso en el que se les quitaron facultades y se les fijó un presupuesto inferior a sus necesidades -y en el que ni siquiera los dejaron opinar-. No, ya no es el tiempo de antes: es peor, porque encima, son hipócritas y falsos. Llegaron al extremo de decir que la alcaldesa electa de Álvaro Obregón, Lía Limón, golpeó los escudos de los granaderos para crear un teatro y lastimarse la nariz a drede… que porque ellos «jamás usan la violencia». Hernández en La Jornada.