Pues que el pobre pueblo cubano, que se levantó pidiendo libertad, sigue atrapado entre el bloqueo y el out: de un lado, el castrismo que ha implantado un comunismo que tiene algunos logros -cobertura universal de salud y educación, por ejemplo- y demasiados pendientes -empobrecimiento y aislamiento- se enfrenta al bloqueo comercial de EE.UU., lo que paradójicamente le da aire: gracias a la «justificación» del bloqueo, Cuba puede tener cada vez más pobres y carencias… justificadamente. Así que no basta con quitarse el fantasma de Fidel y Raúl Castro, o el gobierno de Miguel Díaz-Canel: urge también quitarse al Tío Sam de encima, para tener una Cuba Libre auténtica. Todo lo demás será política ideologizada y poco más. Alarcón en El Heraldo.