
Que en la ceremonia oficial por el Aniversario de la Constitución, Norma Piña, la presidenta de la Suprema Corte, se llevó la nota por tres cosas: la pusieron en el presídium, lejos-lejos del centro (se supone que debía flanquear al presidente); no se puso de pie para aplaudirlo y dio un discurso en el que insistió en la división de poderes y en la labor de los jueces. Todo bien con ella, pues. Bueno, no para todos: desde el mismo momento del evento hubo quien dijo que “fue vulgar y corriente”, que le faltó el respeto no al presidente sino al protocolo, y que había mejores maneras de probar su punto. Como sea, creemos que hizo lo correcto, y la ilustración de Chavo del Toro en El Economista parece confirmarlo.