
Ahora que la Glorieta de Colón sigue sin la estatua que tenía desde el siglo XIX, un grupo de mujeres optó por poner a su propia figura, una niña con el puño en alto, en memoria de todas las víctimas de feminicidio y de aborto ilegal. Además, hicieron pintas en las bardas que protegen el monumento… que el gobierno borró y que se volvieron a pintar durante la marcha a favor -que dejó 24 mujeres policías heridas-. Y así seguimos. A la silueta metálica de la niña le han llamado «NeoDiana», y el gobierno y otros opositores se quejan de ella y la atacan. Pero allí sigue. Y tal vez le gane el lugar a Tlalli, la supuesta escultura de la cabeza de una mujer indígena que Claudia Sheinbaum anunció que se pondría allí. En fin, la hipotenusa dirían «algunes» sobre esas incongruencias. Perujo en El Economista.