
Pues hoy sí que se pasó de honesto para reconocer que no le importan los pobres más allá que como potenciales votantes dependientes de sus dádivas, disfrazadas de programas sociales, pero cuyo objetivo es comprar los votos. No es toreo, es electorero. ¿Qué dijo el presidente? Textualmente, lo siguiente: “Ayudando a los pobres va uno a la segura porque ya saben que cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos. No así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad, entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”. Entre más pobres, más votos. Y algo de estadística le da la razón: en los cinco estados más pobres —todos gobernados por Morena— obtuvo 55% de los votos para diputados. Pero en los cinco estados más ricos, dónde solo en dos gobierna Morena, apenas el 32% de los votos para diputados fueron para su partido. En resumen, «primero los pobres» no es para beneficiarlos, aunque también los beneficie: es para explotarlos políticamente. ¡Vaya faena se aventó el elecTorero desde el burladero! Es lo malo de ser demasiado honesto al reconocer que no se es honesto. Chavo del Toro en El Economista.