
«Ser o no ser, he ahí el dilema» decía Hamlet, Príncipe de Dinamarca en la inmortal obra de William Shakespeare.. Y vaya que los silogismos son claros: ayer en la mañanera, el presidente López Obrador declaró -bastante enojado- que si fuera forzado a elegir, si de verdad no tuviera opción, «preferiría a los corruptos cínicos que a los mojigatos hipócritas». Y se lanzó a atacar a lo que muchos identificaron con el panismo más duro y rancio… Hasta que salió Manuel Bartlett a comentar que «el fraude de 1988 se debió al amasiato de Carlos Salinas con el PAN». ¿Se ha visto más cinismo que ese…? Y bueno, como adecuadamente señala Chavo del Toro en El Economista, a Bartlett no se le ve en misa, por lo que no es un mojigato hipócrita, por lo que debe caer en la otra categoría ¿no? Y queda la duda ¿Por qué defienden al indefendible?
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