
A muchos les molestó que Claudia Sheinbaum quitara a Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma. De plano, el más vocal sobre el tema fue el excandidato presidencial y ahora diputado, Gabriel Quadri, quien la llamó «sectaria» y «fanática» y que «cree que la Ciudad es de su propiedad». A otros -a veces, parte de los mismos- les molestó que propusiera poner allí una estatua de una mujer indígena. A muchos -incluyendo a organizaciones indígenas- les preocupó que busque poner un símbolo en vez de atender sus graves problemas de hoy en día. No faltan los que creen -con algo de razón- que no está mal la idea de poner un reconocimiento a los indígenas, pero que no tiene por qué cambiarse la primera escultura de la emblemática avenida. Para otros, el problema radica en que lo hace para quedar bien con una parte del público, y no porque sea algo que en realidad sea un tema de interés para la mayoría de la población, sino que parece una petición expresa de la no-primera dama a la pre-candidata presidencial, y que se apresta a hacerlo para quedar bien y ganar más puntos ante el presidente López obrador para la elección del 2024, aunque irrite a muchas personas. Esto porque abona a su reinterpretación histórica de que él es la culminación de la resistencia indígena de 500 años. Por eso, ante la irritación provocada por el asunto de Colón, nos gustó la propuesta de Alarcón en El Heraldo: que lo sustituya por una escultura de un colon irritado, y así todos se sentirán bien representados de tantos corajes que nos hacen pasar.