
«No hay placer más grande que gastar dinero ajeno sin tener que rendir cuentas», dice el refrán. Y si eso es cierto con los cien pesos que te encuentras tirados en la calle, es mucho más cierto con los poco más de 530 millones que se gastarán en la «consulta popular». Y es porque no sirve de nada: si hay pruebas, no se requiere hacer consulta, basta con aplicar la ley; si no hay pruebas, de nada servirá la «condena popular»: no se le puede fincar responsabilidades. Y al único cuyos delitos no han prescrito, Peña Nieto, no se le quiere juzgar por un acuerdo político. Así no se puede… Porque, para colmo, la tal consulta requiere que más del 40% del padrón vote para que sea válida. Y como habrá muchas menos casillas que en una elección constitucional, será casi imposible alcanzar esa cifra. Pero que a nadie le quede duda: El «Si» será mayoritario, pero la gran mayoría de esos votos serán de acarreados. Porque para como quedó la ilegible pregunta, no será fácil de entender: «¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?«. Si la primer pregunta sería si entendió la pregunta, la respuesta sería «no». Por eso Horax en Milenio nos habla de tirar el dinero a la basura.
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