
En los primeros meses de este año le preguntaron al presidente López Obrador que cómo se cuidaba del COVID-19, si no usaba mascarilla, mantenía sus giras y no respetaba el distanciamiento social. Dijo que no se preocupaba de contagiarse, porque en todo momento traía sus «detentes», escapularios que le regalaba la gente que tenían una oración que dice: «Detente, enemigo; el corazón de Jesús está conmigo». Que eso bastaba. Esta semana, tras la marcha de FRENAAA (El Frente Nacional Anti AMLO) -o Los Antílopes como les puso Alarcón en El Heraldo- hicieron una oración en el Zócalo para pedirle a Dios que retire al presidente de su cargo… Por eso creemos que es muy raro que en un supuesto Estado Laico las diferencias políticas y los problemas nacionales se traten de arreglar de la misma manera: apelando a Jesús de Nazareth… como si él tomara partido en política. Y más, insistimos, en un régimen que, de acuerdo a la Constitución, debería ser Estado Laico y que expresamente prohibe el uso de elementos religiosos en campañas políticas (pero no en la vida cotidiana).