
Compramos trenes ingleses de 40 años de antigüedad, y los “reacondicionamos”. Los pusimos a rodar en vías de la época de don Porfirio Díaz, pero “reacondicionadas”. Le encargamos la administración de eso no a ingenieros ferroviarios o expertos en logística y transporte, sino a militares de la Armada de México. Porque un barco y un tren son máquinas y transportan personal, ¿qué puede salir mal? Pues unos durmientes de madera con un riel nuevo, un tren que se “desflechó” y se le aflojó un dolly, y manejado a exceso de velocidad dejó 13 muertos y casi 90 heridos en el Tren Transístmico. ¿Qué podía salir mal? Todo. Y salió. Pero, de seguro, como en el derrumbe de la línea 12, la culpa es de los birlos. O del expresidente Calderón. Chavo del Toro en El Economista.