Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, había pedido apoyo al gobierno federal. Le mandaron 17 agentes a cuidarlo. Y 200 a Uruapan. Pero los retiraron en octubre pasado, a menos de dos meses de enviarlos allí. Y a él, con todo y sus escoltas, lo mataron en la plaza pública el Día de Muertos. Porque el gobierno parece más afín a los malos que a los ciudadanos; persigue más a los opositores que a los delincuentes y prefiere “reabrir casos juzgados por la Corte” que atender a los nuevos delincuentes. No se hagan bolas: en el caso de Carlos Manzo, “fue el Estado”. Y esperemos que el gobierno no se escape de este caso como ya lo intentó: “La culpa es de Calderón, porque él empezó la guerra contra el narco en Michoacán”. Aunque fue porque le pidió apoyo el entonces Gobernador, que hoy es Coordinador de Asesores de la Presidenta, Lázaro Cárdenas Batel, y quien parece ahora está del lado del naco: Chavo del Toro en el Economista.