
Vaya dilema para algunos militantes o simpatizantes de ciertas izquierdas “vocales”: gritan con insistencia que el Israel de Netanyahu es un “criminal de guerra” por negarle el acceso a la flotilla por la libertad de Gaza y su ayuda humanitaria —que era en realidad muy poquita, pero con mucha cobertura mediática—. El argumento es que “ninguna autoridad debe condicionar el acceso a la ayuda humanitaria”. Pero ahora en las zonas inundadas, especialmente en Veracruz, no se está dejando entrar apoyos privados “porque solo el gobierno y el ejército saben dónde se necesita”. Y allí, los que critican a Israel aplauden a la presidenta de ascendencia judía, que pide a sus colaboradores que no hablen de “municipios afectados”, o a la gobernadora que compró un seguro con una empresa fantasma; o que no quiere que nadie hable de más de 30 muertos, aunque hayan mandado 200 a la fosa común. La secrecía acá les ayuda. Es que no es lo mismo ser enemigos que ser afines, ¿verdad? Perujo en El Economista.