Cumplió bien la presidenta Claudia Sheinbaum con su primera ceremonia del Grito de Independencia. Divorció a la Corregidora, añadió heroínas poco conocidas, incluyó un “viva” a las mujeres indígenas y a los migrantes. No tuvo acompañantes en los salones del Palacio Nacional, más allá de su esposo y la escolta de la bandera, integrada solo por mujeres. Los fuegos artificiales, bien. Nos llamó la atención lo rápido que se vació el Zócalo, como si hubiera estado lleno de acarreados. Y que no mencionara ni a su antecesor ni a la Cuarta Transformación. Bien, insistimos. Rapé en Milenio.