
Pues ya se instaló, en medio de unas ceremonias pretendidamente prehispánicas, la Suprema Corte del Acordeón. Y es esa mancha de origen la que hará dudar del buen desempeño de ese órgano. Y no por un falso clasismo o rechazo a lo indígena, sino por el hecho de que esas supuestas ceremonias no son parte del marco legal, y no hay fundamento para que se hagan; y más preocupante que se invoque a Quetzalcóatl, una deidad de las culturas originarias, en un evento del estado laico. Pero ya se sabe quiénes tienen la narrativa vigente. Horax en Milenio.
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