Se acabó una etapa en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y dos hechos empezaron su caída: el día que Norma Piña no se puso de pie para recibir al presidente López Obrador en el Teatro de la República en Querétaro, en el evento del aniversario de la Constitución. El presidente se había negado a ver a los ministros “porque me atacan”. Y ese fue el otro tema: se desecharon muchas leyes aprobadas en el obradorato, porque se hicieron fuera de la ley, sin cuidar su constitucionalidad e, incluso, el procedimiento legislativo. Al grado que hasta ministras propuestas por él se negaron a apoyar la validez de sus errores. Por eso, ahora que tiene mayoría calificada (espuria, porque se logró amenazando y comprando senadores opositores) se propuso destruir la Corte. Y lo logró. El final es que, pese a todo, Norma Piña sí tendrá que pararse de su silla. Hernández en La Jornada.