
Si algo ha demostrado fehacientemente el escándalo de La Barredora, es que Adán Augusto NO es vampiro. Tiene una sombra que lo persigue con todo… Excepto con investigaciones judiciales. De esas se libra. Solo le queda la acusación del escarnio público o que tenga que estar en el Senado con un cordón de seguridad para que no se le acerquen los reporteros a preguntarle nada, y menos de ese tema. Alarcón en El Heraldo.