
El año pasado, Carlos Velázquez de León increpó a Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, en el salón VIP de American Express en el Aeropuerto de la Ciudad de México. El error es que lo golpeó para quitarle su teléfono, con lo que el insulto pasó a agresión, un delito. Aunque ya le había emitido una disculpa por escrito, exigió una disculpa pública de parte del abogado a cambio de retirar la demanda en su contra. El acto se realizó en la Sala de Juntas de la mesa directiva, pero se transmitió en las redes del Senado. Aunque Fernández Noroña quería foco, porque hasta se quejó con un “yo pensé que había más medios”, terminó enojándose y agrediendo a los periodistas, porque la difusión del hecho le generó una lluvia de críticas: “A los fascistas les hizo mucha mella la disculpa pública. Es lo mínimo que tiene que hacer alguien que te agrede físicamente” dijo en X, y en persona les reclamó a los periodistas que se burlaron de la humillación pública a un ciudadano, pero que no informaron que él fue “violentamente atacado”. Pero le recordaron que, cuándo era opositor, hizo peores que esa… y nadie recurrió a humillarlo para compensarse. Es que no es lo mismo ser borracho que cantinero. Chavo del Toro en El Economista.
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