Anda muy indignada la presidenta porque el INE no la deja opinar sobre la elección judicial. A pesar de que ella planteó la ley (con todos sus errores), que trae un tercio de los candidatos directamente y dos tercios mediante intromisión en las listas de los otros poderes, y que no deja de impulsar a los candidatos que le convencen… Su queja es que “no puede hablar en público del tema”, aunque no deja de hacerlo en las mañaneras. Eso es ser gandaya. O mapache electoral, según sugiere Horax en Milenio. (Y si lo dudan, véanle la colita). Aunque también nos recuerda las cajas vacías de pruebas que presentó para demostrar el supuesto fraude electoral de Felipe Calderón.