Tras las fuertes críticas del presidente electo Donald Trump al desempeño de México y de Canadá en el comercio con su país y los abusos que cometen en contra de Estados Unidos (según él) se reunieron a cenar en la residencia de Mar-a-lago el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente electo de Estados Unidos. ¿Adivina que no invitaron? Sí, a la presidenta a quien quieren culpar de ser enemiga del libre comercio norteamericano, la que permite que China haga trampa y deja llegar miles de migrantes a EE. UU., y a quien los canadienses quieren terminar de sacar del T–MEC. Porque, además de ser mujer (imperdonable para el misógino e incómodo para el galán), es de izquierda. O, más bien, de populismo popular cuatrero. Dice el refrán clásico que: “si no eres parte de la cena, eres parte del menú”. Y ya vimos a quién quieren merendarse o sacar de la película. Perujo en El Economista.