Ayer fue el “Gran Premio de México” de la Fórmula 1 de automovilismo. Y afuera del autódromo, llegó un grupo de 3 trabajadoras de poder judicial a protestar por la reforma que puede dejarlas sin empleo. La prensa internacional se acercó a ver qué querían las mujeres que llevaban un megáfono en la entrada principal. Pues un grupo de más de 100 policías antimotines se acercó a aislar a las “provocadoras”. En la mañanera del pueblo, la presidenta comentó que eso se hizo “para resguardar la integridad de los pilotos”. Wey, que el operativo para apoyar a más de 150,000 personas era necesario, nadie lo duda. Que necesitaras cien policías para aislar a tres manifestantes, es claramente un exceso. Exceso que valida por qué muchas personas dentro y fuera del país consideran que nos estamos acercando a una dictadura. O “dictablanda”, porque algunos oficialistas alegan que “ni se les mató, ni se les detuvo, ni se les impidió protestar”. Lo que técnicamente puede ser cierto, pero se exagera: porque 33 a 1 es demasiada fuerza bruta. Y tanta seguridad no evitó que la FIA le robara puntos a Red Bull: 5 segundos de penalidad a Checo, 20 a Verstappen, y un choque que dejó al piloto mexicano en último lugar —-de los que acabaron la carrera-— en su gran premio en casa. Abusos, pues. Chavo del Toro en El Economista.