Que la ministra pirata, Yazmín Esquivel, pidió —exigió, en realidad— la renuncia de Norma Piña a la presidencia de la Suprema Corte, quesque porque “gracias a su cerrazón, ya no hay interlocución con los otros poderes para la reforma al poder judicial, y puede afectar a otros temas”. Lo curioso es que el primero que se negó a dialogar con los otros poderes fue el presidente López —nunca tuvo interlocución con los diputados de oposición, ni siquiera para presentar el informe de gobierno; y dio instrucción de no tomarles la llamada a los ministros de la Corte que estaban revisando sus normas en electricidad—. Si la “interlocución” que pide Yazmín es postrarse ante el presidente y obedecer sus órdenes, de esa ya no hay, creo, pienso y sospecho. Dignidad ante todo. Rictus en Milenio.