Así es. Murió el PRD. Partido nacido del berrinche de la corriente «nacionalista revolucionaria» del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo ante el giro hacia el neoliberalismo de De la Madrid y Salinas; y de la vieja izquierda histórica, incluído el Partido Comunista y el Partido Mexicano de los Trabajadores (de Heberto Castillo, quien les dio su registro para facilitar su creación). A lo largo de los años, especialmente bajo Salinas, muchas vidas se perdieron luchando contra caciques y líderes locales. Hoy, tras la fuga de muchos de sus cuadros que se fueron a Morena tras su dos veces candidato presidencial y líder en su momento de mayor fuerza, ya tenía poco peso y en la alianza Fuerza y Corazón por México quedó más debilitado, y perdió el registro. Dice Fisgón en La Jornada que, por favor, no vayan a enterrarlo cerca de esas personas que perdieron la vida por creer en él, a las que le fallaron al paso de los años. Descanse en paz el Perredismo y su lema «¡Democracia ya, patria para todos!».