
En verdad sorprende que un presidente que ha caído en más escándalos en un día que lo que hacían sus rivales en un sexenio tenga una aprobación personal arriba del 65%. Pero que su gobierno esté evaluado con 30% en promedio (algunas políticas más altas, algunas más bajas). Preocupa que llegó prometiendo “acabar con la corrupción”, y la sigue fomentando y tolerando —en algunos—, al grado de hacerlos candidatos a gobernadores o legisladores. Pero más sorprende que haya personas que se quejen de la inseguridad, el desabasto de medicinas, la inseguridad, los fraudes, las fallas educativas… Y que, aun así, quieren “votar por el segundo piso de la cuarta transformación”, alegando que Claudia va a mejorar todos esos errores… Que no son tales, porque “ya no gobierna la oligarquía”. Alarcón en El Heraldo.