Valiente cosa. Las 20 reformas constitucionales que presentó el presidente ayer, en vez de ir a la ceremonia republicana por el aniversario de la Constitución de 1917 en Querétaro, dejaron claro que quiere una constitución a modo. Propuestas de chile, mole y pozole, como que el salario mínimo no aumente menos que la inflación, que las vías de trenes de carga se puedan usar obligatoriamente para trenes de pasajeros, o que se prohíban los vapeadores y el fentanilo. También pide que se trate mejor a las poblaciones indígenas y afrodescendientes o que se pague la pensión universal a adultos mayores desde los 65 años. Pide que en nuestra Carta Magna se incorporen dos de sus programas sociales, al tiempo que se desaparecen organismos autónomos. Total, como dice Perujo en El Economista, que más que un Constituyente tenemos un reconstituyente: quiere rehacer todo el país, cuándo ni siquiera tiene las mayorías calificadas que necesita.