En efecto, la muerte de Julio Sherer alegrará a los corruptos y los abusivos; entristecerá a muchos más, para quien fue un referente del periodismo insumiso. Durante muchos años, Proceso fue un semanario de investigación y análisis combativo y riguroso, cuyas páginas atacaban a los corruptos y poderosos sin distinción. Algunos se quejaban de que, siendo amigos personales de él, resultaban retratados en sus páginas. «Amigo, es para que nadie diga que me compraste». Y si, fue un referente de lo que debe ser el periodismo, aunque algunos de sus últimos toques fueron auténticas «voladas», como presentar a un líder del narcotráfico como un verdadero héroe popular, y no como un delincuente populista. Pero bueno, era honesto, no infalible. Descanse en paz. Monsi en Milenio.
