Pues dos grandes fantasmas persiguen a los presidentes mexicanos: que no los acusen de «represores» como Díaz Ordaz, y que no los acusen de «despilfarradores» como Echeverría y López Portillo. Peña Nieto ya saltó el primer escollo con ocasión del 2 de octubre. Veremos si su presupuesto de egresos 2014 logra desviarse del segundo riesgo, o no… Calderón desde su sitio.
